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Siglo
XII
- 1151 a 1174
Tiene
planta de cruz latina
con crucero
poco marcado, tres naves de cuatro tramos y tres
ábsides, que en el siglo XVI fueron sustituidos por una
cabecera gótica.
La parte central del crucero se cubre con
cúpula
gallonada
sobre pechinas,
de estilo oriental. En cuanto a los
brazos del crucero
llevan cañón apuntado con ventanas en sus costados y
para la nave central se adoptó el sistema gótico de
bóveda de crucería simple. Los
ábsides
desaparecidos, se cubrieron con cuartos de esfera y los
tramos de las bóvedas laterales se cubrieron con bóvedas
de arista capialzadas.
Los arcos
son apuntados y doblados, tienen concomitancias árabes,
tanto en la traza como en el peralte. Tipo de apoyos
único: el
pilar cuadrado
sobre alto zócalo con
grupos de tres columnas en cada frente.
En el centro del crucero se eleva el
cimborrio.
Sobre los arcos torales se levantan cuatro
pechinas
que forman un anillo y sobre éste va el
tambor
que tiene dieciséis ventanas que descansan en columnas
con capiteles corintios. La
cúpula
está formada por dieciséis gallones cóncavos que al
exterior se adornan con escamas semicirculares de
piedra. Esta cúpula se repite a menor escala en las
cuatro ángulos.
De las puertas, únicamente se mantiene visible la
llamada puerta del
Obispo
(portada sur),
con una estructura dividida en tres calles por dos columnas acanaladas y en
otros tantos cuerpos mediante cornisas. Las dos
ventanas laterales
constituyen la muestra escultórica de mayor calidad de
la provincia.
Las otras dos portadas debían ser semejantes a la
abierta al
sur, según se deduce de lo poco que ha quedado: la del
norte
fue destruida por un incendio y la de los
pies
(puerta oeste) desapareció al construirse la capilla del
Cardenal Mella.
La torre
adosada a los pies del templo cegó en parte la traza de
la fachada occidental. Está organizada en cinco cuerpos
de altura decreciente, con ventanas románicas más
abundantes pero de menor luz en las partes más altas. En
el espacio interior se sobreponen tres cámaras, dos de
ellas cubiertas con cañones y la tercera, la superior,
con bóveda de ojivas. Las obras se realizaron en el
período comprendido entre 1255 y 1286, lo que contrasta
con el arcaísmo de su fábrica.
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El lugar de
construcción de la Catedral tiene gran valor
estratégico,
cerca del río, en una zona elevada, al borde de las
peñas que constituyen su base, y próxima al Castillo
y a la puerta del recinto amurallado, por donde
se accedía al puente romano.
Se concede
sede episcopal en 901
hecho que favorecerá la llegada de repobladores que irán
haciendo que la ciudad se consolide.
Durante el reinado de
Alfonso VII
se promueve la nueva catedral sobre los restos de la
iglesia anterior que había destruido
Almanzor
en 986.
Se elige el solar y se compran propiedades de su entorno
que, por entonces, contaba con gran número de viviendas.
El rey Alfonso
y el obispo
Bernardo
de Perigord
solo pueden terminar las labores preliminares de
preparación del solar destinado a la iglesia. El
proyecto pudo ser concebido en días del obispo Bernardo
que, posiblemente, trajera de Francia al maestro
familiarizado con este tipo de arquitectura.
El obispo
Esteban
inicia la construcción del templo en
1151
y lo consagra en
1174,
aunque las obras pudieron continuar algunos años más. La
rapidez con que se hicieron las obras se manifiesta en
lo severo y liso del edificio, muy cercano en este punto
a los monasterios cistercienses, y también en el sentido
unitario y
armónico de
sus proporciones.
Acabado el templo se inició la renovación de las
dependencias
claustrales.
Estaban en obras en 1202. Sabemos poco del claustro
antiguo, destruido por un incendio en 1591. El claustro
nuevo se reedificó a la vez que la fachada norte.
El edificio sufrirá sucesivas transformaciones que
variarían su aspecto original. La primera de ellas fue
la torre
de planta cuadrada que se levanta en el ángulo
noroccidental, pertenece al siglo
XIII.
Su cámara superior y los cuerpos altos con ventanas
fueron levantadas por el obispo
Suero.
En 1496 el cabildo intenta rehacer el remate almenado
original, pero se opuso el
Corregidor,
temiendo los daños que podrían infringirse al Castillo
desde aquella posición.
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