Según la tradición,
este templo fue reconstruido en el último tercio del
siglo XI
sobre otro anterior, visigodo, dedicado a
Santa
Leocadia.
En unas excavaciones efectuadas en 1988 tuvo lugar el
hallazgo de un
ajuar funerario
visigodo que
podría corresponder a los siglos V o VI, este
descubrimiento reforzaría la datación de su construcción
primitiva.
Reedificada
a fines del siglo XI, se reforma y se amplía a fines del
XII y durante el siglo XIII. En el siglo XV se cambia su
estructura y aspecto,
sustituyendo las tres naves por una nave cubierta con cuatro
bóvedas alargadas de crucería. Estas reformas incluyen
la necesidad de poner los
arbotantes
característicos de la imagen de la iglesia desde su
exterior.
A principios del
siglo XVII se edifica la nueva
sacristía
y se reforma la capilla mayor. Entre 1721 y 1723
Joaquín de
Churriguera
hace reparaciones en el interior y se construye la
portada Oeste. Entre los últimos elementos añadidos se
encuentra la
portada neoclásica del Norte, construida a finales del
siglo XVIII.
En esta iglesia se
encuentran,
según la tradición, los restos de los cuerpos de
San Ildefonso
y de San
Atilano.
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