PASO 19: Hospital de San Antonio. |
Cerca ya del final de la Rúa, cuyo último tramo se denominaba en el siglo XV calle Ruviana o Buhara (Represa, 1969, 258 y 259), los romeros encontraban a su izquierda, atravesando hoy la actual calle Teatro, el hospital más popular entre ellos y el segundo más importante de la ciudad: el hospital de San Antonio, que estaba situado al lado de la iglesia de San Marcelo, entre ésta y el Ayuntamiento, en el lugar que ocupa la calle actual Legión VII. Así, al menos, se lo recomendaba el peregrino alemán Hermann Küning von Vasch a fines del siglo XV: “A las II millas está León, una ciudad no muy pequeña. En ella encuentras bastantes hospitales. Ve al de Sant Tonges (San Antonio), bastante bien arreglado. También están allí pendientes las enseñas de Sant Iago” (Casado y Carreira, 1985, 63). El viajero Guillaume Manier lo aconseja para los peregrinos que regresan de Santiago, como hizo él en el año 1726, y del que nos cuenta lo siguiente: “(…) tras mucho andar encontramos a un cura que por fortuna era uno de los administradores del hospital de San Antonio, precisamente el que buscábamos…. Y nos hizo acostar sobre una cama de tabla, envueltos en mantas podridas, donde reposamos muy bien. El 22 nos dieron a cada uno media libra de pan como desayuno. Pasamos allí el día con dos peregrinos…Después pasamos la noche en el hospital” (Ídem, 64). Este hospital se llamó inicialmente de San Marcelo, al que ya hemos hecho alusión, y fue fundado por el obispo Don Pedro hacia 1096 al lado del Camino para atender a los pobres y a los peregrinos (“ domum que fieret in hospicio pauperum et peregrinorum”, Parga, Lacarra y Ríu, II, 1949, 255), dependiendo en su administración de los abades de la iglesia vecina; hacia 1531 pasó a denominarse hospital de San Antonio, pasando su gestión a ser autónoma; en el siglo XVII, se le agregó el de Don Gómez, y se amplió construyéndose una nueva portada, que tenía una hornacina con una escultura de Santiago, cuya imagen se conservó en fotografías antiguas. Se abandona a finales del siglo XIX y fue demolido entre 1920 y 1930 (Rivera, 1982, 223, nota 29). En la actualidad, el peregrino ya no puede contemplar el hospital, pero sí los dos monumentos que lo abrazaban, el Ayuntamiento y la iglesia de San Marcelo, ambos de estilo clasicista con la marca de su autor, el arquitecto Ribero Rada. El Ayuntamiento, que se asienta sobre el mismo solar que ocupaba el edificio medieval, lo inició en 1584 y estaba concluido cuatro años después (Rivera, 1982, 215-225). En cambio, la obra de la iglesia, en la que participaron la mayoría de sus aparejadores mientras Ribero atendía importantes encargos en la catedral de Salamanca, tardó cuarenta años en concluirse, desde 1588 hasta 1628 (Ídem, 147-157) y hasta la Pícara Justina se hizo eco de esta demora:”(…) que es una iglesia que ha años que está comenzada a hacer de por amor de Dios, y porque no se acabe tan buen amor, no se acaba la obra” (La Pícara, 1605 (1991), 278). El edificio original del Ayuntamiento, al que pertenecen únicamente los siete primeros tramos órdenes clásicos superpuestos de la arquería norte y los cinco de la este a partir de la esquina en la calle Legión VII, se amplió hacia el sur en la década de los setenta del siglo pasado por Luis Menéndez Pidal, ocupando el espacio del Teatro Municipal (Rivera, 1982, 223, nota 29). La iglesia de San Marcelo, cuya primera fundación se remonta a principios del siglo IX y la restaura el obispo Don Pedro en el año 1096, custodia en una arcas del altar mayor unas reliquias relevantes para los creyentes de la ciudad: los restos del santo patrón leonés, el centurión Marcelo, y de sus hijos. Según la tradición cristiana, el legionario Marcelo fue el difusor del cristianismo en la ciudad, sufrió el martirio en Tánger en el año 298, de donde fueron trasladados sus restos a León en el año 1493 (González, 1943, 91-94). A la salida de la calle la Rúa, el peregrino abandona el espacio histórico del burgo, delimitado por la cerca medieval, y desemboca en la entrada del viejo recinto romano (la “ciudad vieja”), enfrente del lugar donde se levantaba la llamada Puerta Cauriense en época medieval, documentada desde el año 950, y que correspondía con la porta principales dextra del campamento romano. Esta puerta fue destruida cuando se inició la construcción de la Casa de los Guzmanes en el año 1560 (Díaz-Jiménez y Molleda, 1906, 33). Este es un punto crucial del Camino de Santiago a través de la ciudad leonesa. Hasta el año 1168, según Armando Represa y en contra de la opinión de Ríu, “el Camino bordeaba la ciudad, pero no penetraba”y desde Puerta Cauriense se dirigía a enlazar con la Rúa Nova que conducía al puente sobre el Bernesga (hoy calle Renueva; el enlace lo sitúa a la altura del cruce con la calle Padre Isla). En esa fecha, el rey Fernando II permitió que el camino de peregrinación entrara por la ciudad vieja en dirección hacia San Isidoro a través de la actual calle del Cid (Represa, 1969, 255, nota 30 y 259, nota 41). |
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