Prosigue el romero por la calle Dámaso Merino (profesional de la farmacia y político liberal leonés de la segunda mitad del siglo XIX, que fue diputado en Cortes, vicepresidente de la Diputación y alcalde) y transita junto a un palacete renacentista de la segunda mitad del siglo XVI, cuyo promotor desconocemos, con portada de arco de medio punto enmarcada por un alfiz resuelto mediante pilastras jónicas acanaladas y apoyado en ménsulas con mascarones. Este monumento constituye uno de los pocos palacetes de la ciudad que conserva la distribución espacial original y es el testimonio del protagonismo social que tuvo la nobleza, junto con la Iglesia, en el interior de la “ciudad vieja” a lo largo de los siglos medievales y modernos, tras los que fueron desplazados por la burguesía.
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