LA HUELLA DEL CAMINO EN LA CIUDAD DE LEÓN
PASO 26: Calle del Cid
La calle del Cid mantiene la alineación en paralelo al interior de la muralla del trazado romano, aunque la calzada se sitúa en torno a dos metros de profundidad. Por ella transitarían los peregrinos desde el año 1168 tras cruzar la puerta Cauriense en busca de la basílica isidoriana recomendaba en el Codex Calistinus. Enfrente, el romero contempla hoy unos jardines de aspecto romántico, que fueron acondicionados a principios de los años setenta del siglo pasado. Sin embargo, este espacio de solaz guarda resonancias relevantes de la memoria histórica de la ciudad que los peregrinos del pasado conocieron. Desempeñó la centralidad política de la ciudad entre los siglos XI y XIV, ya que desde los tiempos, probablemente, del rey Fernando I fue la sede del palacio real, una vez que se decidió abandonar el antiguo situado en la zona sur, junto a la puerta de Arco de Rege y la iglesia de San Salvador de Palat de Rey, y permaneció en esta zona del Jardín del Cid hasta la construcción del palacio de Enrique II comentado en la calle La Rúa. Pasados los siglos, en este lugar tuvo su palacio Ramiro Díez de Laciana y Quiñones, caballero de la Orden de Santiago y regidor perpetuo y procurador en Cortes de la ciudad leonesa, quien en el año 1659 se lo donó a las monjas Recoletas para fundar un convento. Las religiosas fueron exclaustradas en el año 1868 y su monasterio se destinó a Casa de Beneficencia y más tarde a cuartel del Regimiento de Infantería (Bravo, 1979, 101-103).
Cuadro de texto: Calle del Cid.
Calle del Cid

 

 

Al otro lado de la calle, al romero le acompañan dos monumentos interesantes. El primero, el edificio de las Escuelas Municipales, obra es estilo neomudéjar y de juventud del arquitecto Manuel Cárdenas, erigida en 1902, que es el único superviviente de las escuelas infantiles promovidas por la Corporación Municipal ente finales del siglo XIX y principios del XX para dignificar la enseñanza. En la planta baja estaban las aulas separadas de niños y niñas, como indica un letrero, y en la superior se alojaba una biblioteca y dos viviendas (Algorri, Boto, Cañas y González, 2000, 90 y 91). A continuación, el peregrino queda sorprendido ante una portada barroca que es disonante con el edificio de las Audiencias que la acoge, porque fue instalada aquí en el año 1950 y procedía de la efímera fábrica de lencerías que promovieron los Borbones ilustrados en el Campo de San Francisco, en la zona de la actual calle Santa Nonia (Eguiagaray, 1950, 9 y 10). Constituye un excelente ejemplo, y único en la ciudad, del tipo de fachada barroca ondulante y recargada decorativamente, la cual fue construida en el año del año 1754 y es conocida popularmente como Puerta de la Reina: está ornada con los bustos de Fernando VI y su mujer, Bárbara de Braganza, junto con el escudo real y estatuas simbólicas del Comercio, de las Artes y, en la coronación, de la Fe.


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