LA HUELLA DEL CAMINO EN LA CIUDAD DE LEÓN
PASO 28: Calle de Sacramento y Pza. de Santo Martino

De San Isidoro hacia San Marcos.

Hasta el año 1168, el peregrino que hubiera visitado el templo isidoriano debía desandar parte de su ruta y salir de la ciudad por la Puerta Cores para cruzar el ríoa través de un puente medieval que existiría en el lugar del actual, llamado Puente de los Leones, donde los arqueólogos consideran que pudo haber originalmente un puente romano. Sin embargo, a partir de esa fecha y por decisión del rey Fernando II, como habíamos anticipado, el recorrido se haría a través de una nueva puerta que mandó abrir en la muralla romana, que se llamó Puerta Renueva, y proseguiría por la serna de San Isidoro en dirección al puente recién construido en el Bernesga: “ (…) transfero stratam publicam, que vulgo dicitur caminum, quod soleba ire ante ecclesiam Beati Marcelli et pono eam per portam cauriense et, deinde, ante ecclesiam predicti confessoris Beati Ysidori et inde per portam quam ego mandaui in muro aperiri, deinde per senram predicti monasterio usque ad pontem Uernesge (Martín López, 1995, doc. 89; Represa, 1969, 267).

Desde esa fecha, pues, el romero debía rodear la colegiata por el este, como se aprecia en el plano de Risco, y recorre la calle Sacramento, cuyo nombre le recuerda que en el templo se exhibe permanentemente, de día y de noche, el Santísimo Sacramento por privilegio inmemorial, aunque los documentos específicos no son anteriores al siglo XVII (López Castrillón, 1943, 65-69). En la embocadura se encuentra el sobrio palacio del vizconde de Quintanilla de Flórez, de mediados del siglo XVIII, que perteneció a uno de los linajes más influyentes en la ciudad hasta el siglo XIX (representó a León en las Cortes de Cádiz) y que tenía jurisdicción sobre villas en el Bierzo y en las tierras del Jamuz (Quintanilla de Flórez, entre otras localidades), a pesar de que su título, como el de tantos otros, había sido comprado a Felipe IV durante los tiempos difíciles del siglo XVII. Esta casa nobiliar constituye el testimonio de aquella pequeña nobleza local que controlaba el Regimiento y que en su mayoría residía en torno a esta parroquia de San Isidoro y las de Santa Marina, San Marcelo y Nuestra Señora de Regla (Rubio, 1993, 83).

Todo el costado izquierdo de esta pequeña calle está ocupado por las dependencias de la comunidad de canónigos de la Real Colegiata que fueron construidas entre los siglos XVI y XVIII: una portada monumental neoclásica, con dovelas almohadilladas y escudo de Castilla y León, da acceso a un patio interior, al que se abren otras dos portadas, una a la izquierda, la del Priorato, que diseñó Juan Ribero Rada en 1580 a modo de un arco de triunfo en estilo de renacimiento purista (Rivera, 1982, 138-141) y en frente, a la derecha, otra con gran escudo traslada aquí de un palacio de la calle Pablo Flórez.

 

Cuadro de texto: Plaza de Santo Martino. A la derecha, “Instituto Legio VII”.

El romero desemboca en la actual Plaza de Santo Martino y nada encuentra hoy en ella aparentemente ligado a su peregrinaje. Sin embargo, sus nombres antiguos de plaza de San Froilán, de los Descalzos y desde mediados del siglo XIX, de plaza de Veterinaria reflejaban mejor el transcurso de la historia por ella. En realidad, hasta mediados de la pasada centuria fue un enclave relevante en la ruta de los peregrinos, porque en el lugar que hoy ocupa el “Instituto Legio VII” estaba desde finales del siglo XII el Hospital de San Froilán, que fue promovido, probablemente, por el rey Fernando II cuando desvió el camino por aquí, para acoger a peregrinos, caminantes y enfermos bajo la atención de los canónigos de San Isidoro. Aquí los peregrinos tenían derecho diariamente a cama, una libra de pan, media de carne, un cuartillo de vino, más el morral del viaje el día de la marcha (Viñayo, 1976, 38). A finales del siglo XVI, el hospital fue cedido a la Orden de Franciscanos Descalzos como su casa conventual. Después de la exclaustración, la Corporación Municipal lo destinó a diversas funciones sociales, liceo, beneficencia y, desde el año 1860 hasta 1947, fue sede de la Escuela de Veterinaria (Bravo, 1979, 107-110), el primer centro universitario de la ciudad, que había empezado su andadura ocho años antes en San Marcos. Del antiguo Convento de Descalzos sólo se conserva en pie la iglesia, de una nave, obra de finales del siglo XVIII, con fachada sobria como lo fuera la del convento a juzgar por las fotos antiguas (Cubillo, 2002, 37), y que hoy es una dependencia destinada a la guarda de documentación del Archivo Provincial vecino.


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