LA HUELLA DEL CAMINO EN LA CIUDAD DE LEÓN
PASO 7: Rollo de Santa Ana

San Lázaro era un barrio marginal y para gente marginada. Un poco más adelante de la leprosería se encontraba el Rollo de la ciudad y unas casas de placer, a las que alude nuestra pícara recomendando irónicamente que “ningún leonés honrado puede decir a su mujer ¡vete al rollo!” (Ídem, 263). Las picotas u horcas en piedra (parte de los restos de la de Santa Ana se han descubierto recientemente) saludaban a todos los viajeros a la entrada de la mayoría de las ciudades españolas, pero no era un lugar que provocara repulsión sino que, al contrario, era costumbre sentarse en sus gradas a conversar e incluso se reservaban las plazas, tal y como relata Sebastián Covarrubias en su Tesoro de la Lengua Española, en 1611 (Covarrubias, 1943, 913). Es probable que el rollo leonés de Santa Ana (cuyo nombre se conserva en una calle localizada donde estuvo) coincidiera con el que la documentación bajomedieval denomina, quizás eufemísticamente, “poyal de San Lázaro”, en 1427(Álvarez, 1992,69).


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