La comprensión lectora es una responsabilidad interdisciplinar, todo el profesorado debe estar implicado.
Leer es un proceso cognitivo de interacción entre el texto (su contenido y características formales), el lector (sus conocimientos previos) y la situación de lectura (la finalidad). A leer no se aprende leyendo, sino siendo progresivamente conscientes de esos tres ejes de la lectura.
La Competencia en Comunicación Lingüística orienta el trabajo educativo a lograr un alumnado capaz de leer, comprender y producir todo tipo de textos tanto orales como escritos; escolares y no escolares; tanto en prosa continua (textos narrativos, descriptivos, expositivos, argumentativos o instructivos) como en forma de textos discontinuos (formularios, anuncios, gráficas, tablas o mapas).
En el medio educativo, los textos más frecuentes son los expositivos y los narrativos, la finalidad más repetida es leer para comprender y dar cuenta de lo leído, y el sujeto lector son nuestros alumnos, con toda su diversidad. No todos leen con eficacia. Algunos de ellos hacen una lectura muy pegada al texto, que no les permite aprender leyendo; otros directamente, tienen serias dificultades de comprensión lectora para lo que cabe esperar en cada etapa.
Un Plan de lectura de centro debe hacer entender que todo el profesorado está implicado, pues la comprensión lectora es responsabilidad interdisciplinar.
Comprender es una capacidad cognitiva, no lingüística, por lo que el reto es coordinar una estrategia interdisciplinar de mejora de la comprensión lectora precisa en cada etapa educativa.
En ese sentido, todo Plan de lectura de centro debe ser también un ”Plan de mejora en las competencias implicadas en la lectura”. Para ello, debe favorecer la reflexión profesional y organizativa sobre las competencias implicadas en ella, tantas veces sobreentendidas en los centros, y sobre los tipos de texto que utilizamos en las aulas.
Un centro no fundamenta mejor la competencia lectora de su alumnado sólo por hacerle leer un mayor número de libros. La lectura no sólo debe ser un proceso repetido, sino una destreza objeto de estudio y consenso en sí mismo. A leer se aprende leyendo bien, con conciencia de cuáles son los procesos que hacen posible la comprensión lectora. Cada lectura en cualquier materia es un recurso imprescindible para trabajar las pautas de comprensión lectora que se hayan acordado y avanzar en los subprocesos de lectura establecidos como fundamentales.
Sabemos que la mayor parte de los libros de textos no están diseñados para enseñar a leer, sino para presentar información de forma que sea fácil almacenarla en la memoria y repetirla en los exámenes. Sabemos que las preguntas habituales de estos libros sirven para localizar información, no para aprender a leer el documento sobre el que se está trabajando. Sabemos que el texto expositivo es exponencialmente el más leído en las aulas y el utilizado básicamente como objeto de estudio y como cauce de expresión en los exámenes. Por ello, sería adecuado favorecer la reflexión sobre cómo se aborda ese tipo de texto en todas las áreas. Es más, también cabría explicitar qué otros tipos de textos (continuos y discontinuos) se utilizan en las áreas y cómo enseñamos a leerlos en ellas.
Todo el profesorado debiera conocer qué hacemos cuando estamos leyendo, qué hacemos cuando leemos bien y qué problemas tiene un mal lector. Además, como profesionales autocríticos, el profesorado puede aprovechar esa oportunidad para poner en común posibles rutinas y errores metodológicos que poco han aportado a la mejora de la comprensión lectora: repetición de preguntas de localización de información explícita,… Partiendo de ello, el Plan de lectura de centro podrá insertar acuerdos metodológicos, actividades comunes y compromisos del profesorado para que sea identificable una estrategia de centro para mejorar la comprensión lectora en todas las áreas.
El ideal sería que, fuera cual fuera el texto que se trabaje en cualquier área, se siguiesen unas pautas metodológicas comunes en cada nivel y/o etapa para trabajar la comprensión lectora con él (ver Anexo II “¿Cómo enseñamos a leer textos escritos?”). Además, el centro puede incorporar acuerdos de uso de la biblioteca escolar como fuente documental para los trabajos de investigación adecuados a cada edad.
Todas las áreas deben ser conscientes de la secuencia de progreso en la comprensión lectora, para que puedan consolidar la destreza ya adquirida y para que fundamenten los nuevos progresos esperados. Descubrir la intención del texto leído, identificar su idea principal, ser capaces de elaborar un resumen, descubrir errores intencionadamente introducidos en un texto,… son destrezas que pueden ir dando paso a ser conscientes de diferentes objetivos de la lectura; a saber leer a la velocidad adecuada para la finalidad buscada; a comprender el texto a diferentes niveles; a realizar inferencias de significados desconocidos; a transferir lo aprendido en la lectura a otros formatos textuales, a utilizar críticamente la información del texto,....
El objetivo último de la comprensión lectora sería capacitar a los alumnos para generar sus propias preguntas sobre el texto leído y para generarse preguntas a sí mismos sobre lo que leyeron. El Plan debe estructurar adecuadamente lo que cada centro quiere hacer para conseguirlo.