Todos estamos de acuerdo que el dominio del código de la lengua es la base del éxito educativo. Convencidos de ello, vayamos también a desarrollar en el alumno otras cualidades necesarias para el desarrollo personal e intelectual: la curiosidad, la confianza en sí mismo y el respeto a los demás, la creatividad y la adquisición de esa paulatina madurez que da la formación integral. Todo esto y más lo conseguiremos si aficionamos a los alumnos a leer. A leer a los clásicos, a los coetáneos y, sin embargo, clásicos, al mundo de la llamada literatura infantil y juvenil. Todo es productivo si es guiado por el saber del docente.
Trabajemos, entonces, desde el centro con la progresión con que lo hacemos hasta ahora, con paso firme y con respuestas educativas a una sociedad diferente en muchos casos y que exige respuestas educativas rápidas y eficaces.
Después de un largo rodaje, es evidente que hemos progresado, unificado ideas, creado, puesto en práctica y mejorado muy mucho todo lo relativo al fomento de la lectura y la comprensión lectora. Los centros han mejorado sus bibliotecas escolares convirtiéndolas en el núcleo del centro, el motor de aprendizaje, yendo más allá de un espacio físico. Las TIC y la lectura van unidas de la mano y así los niños y jóvenes se acercan a la realidad de un entorno moderno y diferencial como es el del siglo XXI. Ya estamos hablando de competencias básicas, de aprendizajes colaborativos, de trabajo en equipo, de integración de nuevos formatos de lectura además del libro de toda la vida.
Si analizamos los datos de las evaluaciones que se han realizado hasta ahora, apreciamos cómo en Educación Infantil y Primaria el alumnado se presta y se entusiasma, casi sin darse cuenta del esfuerzo y de los logros, a participar en ese mundo literario. La escuela se llena de recursos y estrategias que los niños disfrutan.
De entre las actividades que los expertos aconsejan para incentivar el gusto por la literatura y la lectura, en los centros de E. Infantil y Primaria se han hecho muchas con profusión y rigor: las lecturas compartidas, con o sin herramientas TIC; el desarrollo del ritmo y la oralidad con rimas, retahílas, literatura folklórica, la escritura colectiva (libros de la escuela); maletas viajeras, prensa en el aula… Los alumnos son lectores ávidos, también porque los libros son más breves, y el uso de las bibliotecas escolares, el préstamo, indica el elevado número de ejemplares leídos por lector.
Es en el cambio hacia la adolescencia donde se nos quiebran un poquito los esquemas. El adolescente, en esta etapa en que tiene la necesidad de asimilar los cambios internos que se le están produciendo, está en rebeldía y un poco en lucha contra sí y contra el mundo. Por definición siente un rechazo apriorístico de lo que considera impuesto. Las lecturas bajan, el interés por el mundo del libro también y sus motivos de ocio se desplazan a otros mundos. Esta etapa accidental es algo transitorio si desde la escuela, la sociedad y la familia se sabe reconocer y orientar.
Los alumnos de Educación Secundaria sí que retoman el gusto por la lectura. Novedades literarias han hecho mucho a favor de los lectores jóvenes, independientemente de la calidad literaria, que también existe. Gracias a Harry Potter y al "boom" de los libros de magia y misterio los jóvenes han vuelto a comerse los libros. Es imprescindible tener una biblioteca atractiva, con novedades y lecturas recomendadas donde el lector también puede y debe opinar sobre lo que le gusta leer. Esto no va en detrimento de la calidad ni de la educación. También podemos y debemos recomendar los libros clásicos y específicos de materias buscando siempre una conexión con los intereses del mundo que les rodea. Hay que darle sentido a la lectura. No debemos olvidar quiénes son los receptores del acto de lectora: jóvenes a los que debemos ayudar a formarse.